Valencia, 1 de diciembre de 2011
Queridos miembros del Gremio de Campaneros:
«En vuestros días de fiesta, solemnidades y primeros de mes, tocaréis las trompetas anunciando vuestros holocaustos y sacrificios de comunión. Así vuestro Dios se acordará de vosotros. Yo soy el Señor, vuestro Dios» (Nm 10, 10).
Hay centenares de campanas en nuestra diócesis, centenares de torres, gran variedad de repiques y volteos pero todos cumplen el mismo objetivo universal: marcar la vida de la comunidad cristiana desde el amanecer hasta el ocaso, vida de permanente alabanza y sacrificio a Dios que alcanza su plenitud en la celebración de la Eucaristía.
Me llena de gozo observar cómo poco a poco vuestro trabajo se va haciendo fecundo, cómo va resurgiendo esta vocación tan característica en nuestra diócesis, cómo cada vez son más los grupos de campaneros existentes; hombres y mujeres, niños, jóvenes y no tan jóvenes, familias enteras que en definitiva formáis pequeñas comunidades cristianas reunidas en lo alto de las torres y que dedicáis vuestro tiempo a anunciar el Evangelio de Cristo con la potente voz de las campanas. A todos vosotros, gracias por vuestro trabajo y entrega.
La campana por sí sola, sin la fe y el amor que vosotros le otorgáis a su sonido con vuestras manos, como dice San Pablo en la Carta a los Corintios, no sería más que: «un metal que resuena o un címbalo que aturde» (1Cor 13, 1).
Vuestra fe y vuestro amor son los que convierten ese mero sonido en voz de Dios e instrumento en manos del Señor que quiere revelarse a los hombres.
Cada “colla” es una pequeña comunidad cristiana, pero esa vocación que el Señor os ha regalado debéis vivirla en una verdadera comunión entre todos vosotros y con la Iglesia, porque también todos vosotros compartís con la Iglesia una misma fe en el Dios que se hace hombre y viene a salvarnos.
Lleno de alegría por la noticia de vuestro reciente encuentro en el Real Colegio Seminario de Corpus Christi, “El Patriarca”, en el IV centenario de la muerte de San Juan de Ribera, signo de esa unión existente entre vosotros, os invito de todo corazón a que nos veamos de nuevo como ya va siendo tradición en vísperas de Navidad, tiempo de esperanza y de alegría por la pronta venida del
Señor.
Os espero el viernes 23 de diciembre, a las 18.30 h., en el Palacio
Arzobispal.
Con gran afecto y mi bendición
+ Carlos, Arzobispo de Valencia
